Darle otra vida a la chatarra

Con una enorme capacidad de ver el potencial de transformación de objetos que de otro modo terminarían en cualquier vertedero, Diego Farías es un artista que contribuye a aliviar la contaminación ambiental a partir del uso de materiales reciclados en sus obras.

 

Por Silvia Zumarán

 

Diego Farías crea solamente a partir de materiales reciclados y tiene una sensibilidad muy especial en lo que se refiere al consumo y los residuos. La elección del metal como su medio de expresión es un legado, ya que proviene de una familia de metalúrgicos. Hasta ese momento trabajaba el metal industrialmente y, cansado de la poca poesía que lo rodeaba, se dio cuenta de que su corazón iba para otro lado. Entonces se reinventó a sabiendas de que su mayor impulso era tocar, transformar y embellecer todo lo que ve. En sus propias palabras: “Lo lindo, lo prolijo, lo limpio es quererse a uno mismo y querer un mundo mejor para dejarle a las nuevas generaciones”.

 

Así empezó a ver siluetas en la chatarra oxidada y creó una serie de barcos y peces que tuvieron mucho éxito por su simplicidad, equilibrio y belleza. Su hermana Anita le hizo los primeros patinados; otro de sus hermanos tiene un taller y también fabrica lámparas y faroles. Todos ellos cuentan con una veta artística: dibujan, pintan, crean. “Me abruma la cantidad de cosas que se tiran y me espanta que todo sea descartable”.

 

Por eso, transformar parte del exceso de residuos en arte le parece algo bueno y rescatar objetos de la basura es casi una misión. “De algo que alguien tiró, de un tarrito con una tapa pueden salir cosas increíbles. Si todos desarrolláramos la veta artística que tenemos, el mundo sería otro. Todos tenemos esa capacidad, esa necesidad de hacer. Juntá tapitas y armá algo. Si le ponés corazón te va a quedar divino”.

 

 

Una nueva vida para los objetos

 

Una moto de carrera inspirada en las motos de los años 60, hecha a partir de un bomberito y un carburador de auto antiguo. Las ruedas son de un triciclo de juguete, tiene un codo en acero de caño de vapor y unas patas hechas con una hornalla de supergás. El Jeep, que recreó con todo lujo de detalles, salió de un pedazo de caño de una estufa, las ruedas eran de un carrito de bebé que alguien había tirado. El avión biplano nació de un ventilador viejo. Estos son algunos ejemplos de la transformación que tuvieron los objetos al pasar por las manos de Diego.

 

El artista vive en La Juanita, José Ignacio. Llegó de la mano de Luciana, su compañera de vida, una gran cocinera y también artista. Su entorno le resulta inspirador: la sal, el mar, el sol, la tierra, el viento; la presencia intensa de la naturaleza lo llena de creatividad. Asimismo, agradece a Miguel, de la Galería los Caracoles, su mentor y consejero desde el principio de su carrera.

 

Diego continúa con sus creaciones, extendiendo la vida de los objetos que adquieren nuevos significados. El arte los atraviesa. “Creo que hay que desmitificar que el arte es solo para elevados y gente de alto poder adquisitivo. Es para todos y todos podemos crear”.

 

 

Conocé sus obras en @diegofariasartehierro

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