
El espíritu de los Andes
El cóndor es quizás una de las criaturas más místicas que existen. Presente en la cosmovisión de pueblos ancestrales, se cree que este animal viene a unir el cielo y la tierra. Pero con el tiempo, se ha aprendido mucho, mucho más.
Por Hernán Pepe
caminodelcondor.com
“El cóndor baja en sus plumas la energía del universo” dicen los abuelos de los Pueblos Originarios que habitan donde él vive. Es el ave sagrada de los Andes, honrada desde hace miles de años. Pero, ¿qué sabemos de este curioso animal? Hemos aprendido que son capaces de volar hasta los diez mil metros de altura y a mas de cien kilómetros por hora y que pueden desplazarse cientos de kilómetros en un dia. Pueden alcanzar los 80 años de edad y tienen una sola cría cada dos o tres años.
Cumplen una función esencial para la naturaleza ya que son los principales encargados de limpiar los restos de animales muertos y así evitan focos infecciosos. Son solamente animales carroñeros. No cazan. No tienen garras.
Esa función que cumplen en la naturaleza está relacionada con el lugar que ocupan en la cosmovisión de los antiguos pueblos. Si bien es arriesgado “traducir” simbologías porque solemos caer en comparaciones demasiado simples, es común decir que es el encargado de unir la tierra con el cielo. Para algunos pueblos, directamente es el encargado de elevar las almas al cielo.
Desde hace mas de 25 años que me relaciono con el cóndor de diferentes maneras. A partir de mi trabajo como fotógrafo, participé en el Programa de Conservación del Cóndor Andino desde su creación. Me relacioné con los Pueblos que lo honran en su espiritualidad y desde hace varios años que organizo viajes de encuentro con la naturaleza donde el cóndor es el eje principal.
El haber vivido tantos años en relación con el cóndor me permitió vincularme con esta ave incorporando los conocimientos ancestrales; poder disfrutar del vuelo del cóndor y al mismo tiempo empezar a entender los mensajes de los que hablan los abuelos. Sus vuelos nos enseñan. El sonido del viento en sus plumas cuando nos pasan cerca nos mueve de una manera que solo se puede sentir estando ahí. Y es, justamente ahí, en contacto con ellos que empezamos a entender todo lo que tienen para nosotros. Es ahí que entendemos por qué es considerado sagrado.
Desde arriba nos observa y ve todo, con sus luces y sus sombras. Y si nos adentramos en esa conexión que él nos permite, podremos nosotros también ver las luces y las sombras, adentro y afuera nuestro.
Hoy el cóndor, como muchos otros animales, está amenazado. Mas de cien cóndores murieron en los últimos años por envenenamiento con pesticidas a través de cebos tóxicos que alguna gente emplea para matar pumas o zorros (que amenazan la supervivencia de su ganado) y que, como consecuencia, terminan también matando a cóndores y otros carroñeros. Se los envenena con los mismos pesticidas que se utilizan en los alimentos que comemos, tal vez otra de las cosas que los cóndores vienen a mostrarnos: nos envenenamos igual que a ellos.
Hoy los cóndores siguen volando. Y en este mismo instante, siguen haciendo lo que tienen que hacer: unir la tierra y el cielo.