Nuestro planeta, nuestra casa

Por Diego Ruete.

Si estás leyendo esta revista, es porque al menos te interesa informarte sobre el tema. Contagiá esta cultura.

 

Se termina un año de aprendizajes y cambios que ojalá sean para siempre. El 2020 se fue llenando de emociones fuertes que, con optimismo, pueden generar oportunidades para lograr cambios a nivel global. Para ello se necesita el entendimiento de nuestra existencia en el planeta como nuestra casa, un espacio compartido, donde el agua es un bien preciado y el aire puro una necesidad vital. Debemos empezar a entender que nuestras acciones tienen consecuencias a corto, mediano y largo plazo… algunas irreversibles. Apuntemos a un mundo donde el tacho de la basura tienda a desaparecer y sean solamente composteras que alimenten más vida.

 

Desde este lado del teclado hubiéramos querido dar más de lo que dimos, pero tuvimos limitaciones ajenas que nos marcaron la cancha. Sabemos que el futuro se presenta desafiante y también somos conscientes que lo podemos hacer con la alegría y responsabilidad que el tema amerita. Los invito a reflexionar en las consecuencias de una vida diferente, intentando buscar la sustentabilidad en nuestras acciones.

 

Es muy probable que, con esfuerzo y sacrificios, encontremos un lugarcito en nuestra vida para cambiar el mundo, detalles que parecen insignificantes, pero que, entre muchos, significan el cambio mayor.

 

Que el 2021 nos encuentre unidos en esta lucha por un mundo mejor, pensando en nuestros hijos y en los hijos de nuestros nietos allá por el 2120. No puedo dejar de aconsejarles en este, mi último artículo del año para SEA, que planten su huerta, que cocinen con sus hijos y que si pueden, usen la bicicleta para trasladarse: por su salud y la del planeta. Podemos. Feliz 2021 para todos y a sacar lo mejor de nosotros por el bien de todos.

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