Para mí el verdadero Uruguay está en el interior del país

Fotógrafo de profesión, sus imágenes han formado parte de decenas de festivales internacionales. El uruguayo Federico Estol integra el proyecto “Cosas de Pueblo” cuyo objetivo es potenciar la identidad, los lazos comunitarios y la riqueza cultural de las localidades más pequeñas del país.

 

Por María Victoria Pereira
Fotos: Federico Estol

 

¿Cómo llegaste a la fotografía?

 

Tenía 14 años. En un viaje a Venezuela encontré una cámara en el aeropuerto y a partir de allí nunca la abandoné. Me formé en España en una escuela técnica, volví a Uruguay enseguida porque no me gustaba la idea de desarrollarme allá porque sentía que acá estaba todo por hacerse. Al regresar, con un amigo del alma que estudiaba antropología (Antonio Di Candia), empezamos a ir a la Fiesta de la Cerveza, de la Patria Gaucha, al Mercado Modelo. Ayudábamos a descargar todos los materiales y nos llevaban a cualquier parte del interior. Eso nos gustaba mucho y así planeamos un proyecto más grande: ir a todos los pueblos del Uruguay y trabajar desde lo etnográfico.

 

 

¿Cómo siguió esa aventura?

 

En el 2006 buscamos apoyo en la Comisión del Patrimonio Cultural de la Nación y les encantó que trabajáramos en la construcción de un patrimonio inmaterial, por lo que nos dieron los pasajes para que pudiéramos viajar y llevar adelante este proyecto. Así, todos los fines de semana empezamos a ir a distintas fiestas y, como no había calendario, eran los vendedores ambulantes quienes nos daban la información. Durante tres años fuimos a más de 150 fiestas y en 2009 publicamos el fotolibro “Fiestas del Uruguay” con recuadros de recetas, leyendas, historias. Hicimos toda una clasificación: fiestas artiguistas, religiosas, productivas, de cofradías, estacionales, étnicas, de carnaval, de camaradería y de la producción.

 

 

¿Qué te motivó a hacerlo?

 

Creo que la propia búsqueda de mi identidad, pues fui a España a los 19 años, volví a los 25 y a los 26 arrancó el proyecto. Mi propia búsqueda como uruguayo, ver que en España las fiestas tenían una tradición de muchos años e intuir que acá también tenía que estar esa identidad.

 

 

¿En qué consiste “Cosas de Pueblo”?

 

Luego del libro, la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) nos convocó para trabajar en “Cosas de Pueblo”, un proyecto enmarcado en el programa Uruguay Integra destinado a formar la identidad y el sentido de pertenencia de los pueblos. El proyecto ya lleva diez años. El objetivo consiste en focalizar en lo cultural más que en lo turístico; en la identidad para fomentar la participación y que todas las instituciones estén activas y solucionen sus problemas sin depender del Estado para todo. Con trabajo comunitario se han creado fiestas, símbolos, espacios públicos. Operamos en las comunidades mil a dos mil habitantes. Con “Cosas de pueblo” se crearon, rescataron o potenciaron identidades. La gente se presenta para trabajar su identidad y logra financiamiento. Así se levantó el monumento al caballo en Paso de los Mellizos, o pueblos de Mevir encontraron símbolos de identidad para diferenciarse de otros pueblos. Un lema, una bandera, nombres en las calles, son elementos que se seguirán transmitiendo de generación en generación y serán de ellos.

 

 

 

¿Qué aprendiste con este proyecto?

 

Que el Uruguay profundo también puede ser y estar en Montevideo. Por ejemplo, la fiesta de los inmigrantes en el Cerro o la Virgen de Fátima llevando antorchas en Pocitos, todas fiestas desconocidas en la ciudad. También descubrí otras cuestiones. En la frase “Te hago una gauchada” hay valores que trascienden lo folclórico del gaucho; significa “entre todos saldremos para adelante”. Quizás en Montevideo es más difuso pero en el interior todos tienden a apoyarse, tejen relaciones más horizontales. El sentido comunitario está vivo. El interior es un pueblo solidario, lo que pasa es que tenemos más de la mitad de la población en la gran ciudad. En el interior hay ciertas regiones que tienen sus características. Por ejemplo, el litoral -sacando a Artigas- al tener inmigrantes tuvo una gran influencia de ellos, porque el inmigrante traía una cultura, una identidad propia y tendía a organizarse mucho mejor que en la frontera con Brasil donde dependían más de alguien por ser latifundios y no había esa cultura comunitaria que aún hoy existe en el litoral. Por eso, posee gran capacidad de organización, emprendedorismo social, tienden a ayudar a los otros porque hay un grupo unido, cuidan el territorio, su entorno y el grupo. Al uruguayo no le gusta estar con gente, no es organizado porque siempre hubo abundancia de recursos naturales, incluso en Montevideo. Todo eso define la identidad previa a la República Oriental del Uruguay y mucho de lo que somos ahora como país.

 

 

¿Existe un “ser uruguayo”?

 

Cuando decimos “uruguayo” se piensa mucho en Montevideo, en el Río de la Plata: tango, niebla, lo gris. Y la luz se ve más en el interior. Para mí el verdadero Uruguay, la esencia, está en el interior del país. Las capitales grandes son cabezas administrativas donde cayó la Iglesia -que hizo su ordenamiento- que también sirvió para que Uruguay esté organizado. No tenemos pueblos originarios como el resto de Latinoamérica pero sí hay saberes y personas con conocimientos. Por ejemplo, se está trabajando con la identidad del ser charrúa. Los antropólogos dicen que técnicamente no existen, pero para mí basta con recorrer regiones como Paysandú para ver que tienen rasgos indígenas. Gran parte de esa población fue bautizada con el “baño de la luna” para que no tener “el mal de ojo”. La cultura afrancesada que tenemos pegó tan fuerte, así como la idolatría hacia Europa, que dejamos de confiar en la tradición oral (como sí confían otros pueblos). El relato es lo que nos ayuda a conformar el sentido de pertenencia. No importa si uno se reconoce de un pueblo originario y es blanco, lo importante es que lo sienta, que tenga determinadas características que lo definan. Vas a San Javier y ves a un gaucho con rasgos rusos. Esa mezcla tiene Uruguay como país.

 

 

¿En qué otros actividades estás trabajando?

 

La fotografía es mi lado A. Desde este año soy el director artístico del festival internacional “San José Foto”. También estoy como editor en “El Ministerio Ediciones». Ahora me encuentro trabajando en un proyecto sobre los lustrabotas en Bolivia que se tapan la cara para no ser reconocidos por su gente por tratarse de un trabajo indigno, marginal. Hice unos cómics con las fotos, los convertí en héroes del brillo, con colores y superpoderes, y esas fotos ellos las venden en la calle. Es una forma de empoderamiento visual.

 

 

“Cuando decimos ‘uruguayo’ se piensa mucho en Montevideo, en el Río de la Plata: tango, niebla, lo gris. Y la luz se ve más en el interior. Para mí el verdadero Uruguay, la esencia, está en el interior”.

 

Su trabajo puede verse en federicoestol.com

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