
Se puede un poco más
Los cambios no suceden de manera inmediata. Y cuando se trata de causas vinculadas a la sustentabilidad, hay un largo camino recorrido. Y gran parte de los logros tienen que ver con la presión que ejercen los consumidores que aún tiene largo camino para recorrer.
Por Eloisa Ponce de León.
Al hablar de la necesidad de revisar nuestros hábitos de consumo, del rol de las empresas en la lucha contra el cambio climático u otros temas similares, es común escuchar que “al menos están haciendo algo” y que “se están empezando a ver algunos cambios”. La realidad es que sí, estamos viendo cambios, pero nos olvidamos -o no llegamos a comprender- que muchas veces esos avances son consecuencia de la presión ejercida por organizaciones, movimientos, activistas, consumidores y otros, que exponen el daño que la producción y el consumo tal como se desarrollan hoy en día, pueden generar en el planeta.
No es de un día para otro que se dan los cambios, muy por el contrario. Llevan mucho más tiempo del que deberían, considerando que lo que se busca es mejorar la “salud” del planeta.
Si una empresa de ropa fue demandada dos veces en Estados Unidos, acusada de greenwashing, publicidad falsa y más, y termina comprometiéndose a “ajustarse o dejar de hacer declaraciones sostenibles respecto a su producto o su página web”, y además dona 500.000 euros a “causas que estén comprometidas con la sostenibilidad en la industria de la moda” con el objetivo de “compensar por sus declaraciones poco claras y no basadas en hechos”, es porque se ha recorrido un largo camino previamente. Detectar el impacto de la industria de la moda sobre el ambiente, reconocer prácticas como el greenwashing, nombrarlas, identificarlas, investigarlas, darlas a conocer y accionar contra ellas hasta que comienzan a revertirse, es un trabajo “de hormiga” que se realiza sin bajar los brazos a pesar del desafío que implica, desde hace bastante tiempo.
Sin dudas que “algo” es mejor que nada, pero todos sabemos que se puede un poco más, que podemos un poco más. Y claro que toda la responsabilidad no es del consumidor, pero en lo que nos toca, todavía podemos empujar un poco más, aunque a simple vista nos parezca que no.
Si pensamos objetivamente: ¿Se están generando cambios reales y vamos por buen camino o es más cómodo no cuestionarnos aunque nos haga ruido? ¿”Algo” de verdad es mejor que nada, cuando en realidad es greenwashing?.
La finalidad no es apuntar a nadie con el dedo, ni llenarnos de ansiedad por lo que no podemos (o no queremos) hacer. El objetivo es animarnos a hacernos preguntas y ser críticos, aunque (aún) no tengamos respuestas.
Ya cerrando esta última columna del año, el deseo para 2023 es que nos animemos a cuestionar y a pensar “fuera de la caja”, aunque el resultado pueda ser incómodo.